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20/4/2025

En la escalera del tiempo

Antes de un nuevo recital y mientras avanza con paso lento pero seguro hacia su próximo disco, este colectivo musical desgrana el camino recorrido desde hace más de veinte años.  

La banda que tuvo su gran explosión masiva en 2003 avanza hacia un nuevo disco. Foto: Mirian Lorenzo.
La banda que tuvo su gran explosión masiva en 2003 avanza hacia un nuevo disco. Foto: Mirian Lorenzo.


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Me Darás Mil Hijos toca el sábado 26 en el Auditorio Belgrano

En la escalera del tiempo

Antes de un nuevo recital y mientras avanza con paso lento pero seguro hacia su próximo disco, este colectivo musical desgrana el camino recorrido desde hace más de veinte años.  

Difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo, cantaba Charly, y ese verso de “Promesas sobre el bidet” surge como el soundtrack obvio del debate que los integrantes de Me Darás Mil Hijos mantienen en este momento, sentados en un living de la planta baja de MCL, el complejo de salas de Villa Ortúzar donde van a ensayar en una hora. Mientras tanto, el núcleo esencial del grupo está en pleno intercambio de pareceres. Mariano Fernández Bussy, Gustavo Semmartin y Federico Ghazarossian charlan sobre el año de inicio de la banda. Lo hacen en sillones largos y negros, debajo de un cuadro de Luca Prodan, mientras un mate circula cada tanto. Se podría decir que cuando nadie se acuerda de cebar es porque la discusión se aceleró.

“99”, dice Mariano. “No, 2000. Yo termino con Visitantes en el ‘99”, responde Federico. “Y bueno”, sigue Mariano, que usa la fuerza del adversario a su favor, como en el judo. “Y fue después de eso”, insiste Federico. “Pero hacía dos semanas que te habías ido de Visitantes. El día que tuvimos la conversación vos te acababas de ir de Visitantes”, sigue Mariano. “Bueno, 2000”, intenta conciliar Gustavo. No se ponen de acuerdo. Lo concreto es que Mariano, su hermano Santiago, Federico y Gustavo decidieron reunirse una vez a la semana para tocar y desarrollar un repertorio a base de tres guitarras criollas y un contrabajo. Encuentros que forjaron las raíces de una banda que creció de inmediato en integrantes y en ambición artística, y desde entonces toma vuelo para aterrizar donde sea.

Hoy, Me Darás Mil Hijos tiene cuatro discos de estudio, uno en vivo y singles que de a poco definirán un nuevo álbum. En el medio hubo ascenso, cambios de formación, dos separaciones, dos regresos, pérdidas y una búsqueda heterogénea dentro de la música popular.

“Para mí siempre es una banda que va atrás de la canción, no atrás de un sonido determinado”, dice Mariano. “Permite que la canción lo lleve a encontrar ese sonido con todo el abanico de posibilidades tímbricas que tiene a través de todos los instrumentos que hay. Medio que en ese plan, con mucho amor, le faltamos el respeto a todos los géneros. ¿Esto suena a bolero? Vamos de cabeza al bolero. Yo creo que se termina logrando un sonido propio y personal, pero justamente buscando fuera de la caja. No me encierro en ningún lado”, explica.

La prehistoria de Me Darás Mil Hijos también está alimentada por lo que ocurría a principios de los ‘90. En las trasnoches en La Luna donde, después de shows de Avant Press o Mata Violeta, Federico se quedaba a escuchar tangos a puertas cerradas y a recibir el amanecer con un vaso de ginebra. O en los ensayos de los Reincidentes, donde un Mariano de quince años daba vueltas y se fascinaba con las canciones de la banda de su hermano Juan Pablo. “Nosotros nos la pasábamos viendo Visitantes, Reincidentes”, agrega Gustavo, mientras Mariano recuerda el disco Escenas de la vida amorosa, de La Portuaria: “Me parece espectacular y que está re cerca de lo nuestro”.

AL MAIPO Y MÁS ALLÁ

En aquellos primeros encuentros de principios de siglo surgieron canciones que luego aparecieron en el disco debut homónimo del grupo, de 2003. Temas como “Cenizas”, “Canción de otro” o “Fusil”. “Lo que pasó con esa parte inicial es que empezamos siendo los cuatro, más algún percusionista para tocar en vivo, y cuando empezamos a grabar, empezamos a invitar amigos. Y ahí se amplía la paleta de timbres, aparecen los vientos”, dice Gustavo. “Violín, acordeón –completa Mariano–. Lo que iba a ser un demo termina siendo un disco. Y cuando lo terminamos con esa instrumentación fue decir 'Bueno, ahora hay que salir a tocar pero que suene esto'”.

Las canciones también sugerían los integrantes. Así fue que el nombre dejó de ser lo más largo de la banda. Desde entonces Me Darás Mil Hijos es “un colectivo musical”. “Un colectivo, también, porque la gente se sube y se baja”, dice Mariano, y provoca las risas de todos. Pero vale la aclaración, porque el grupo ha tenido varios cambios de integrantes. “En un momento fuimos trece o catorce”, dice Federico.

Actualmente, en esta nueva etapa que comenzó en 2023, luego de un parate de cuatro años, la banda está formada por diez músicos: Mariano (voz, guitarra criolla), Gustavo (guitarra eléctrica y criolla), Federico (contrabajo), Christine Brebes (violín), Carolina Flechner (batería), Damián Rovner (trompeta), Gastón Mazzensio (guitarra), Germán Cohen (trombón), Carlos Alvarado (trombón) y Santiago Díaz (percusión).

Esa forma colectiva comenzó a consolidarse desde el 18 de marzo de 2003, cuando el grupo brindó un show en el Teatro Maipo. “Fue una especie de presentación de la banda”, dice Gustavo, que veinte años después trabajó en el audio de consola de aquella noche. El resultado es su primer disco en vivo. “El disco en vivo está buenísimo. El nivel que teníamos es el mucho ensayo de esa época. Para mí está perfecto”, dice Federico. Mariano reconoce que se sorprendió al escuchar la grabación tanto tiempo después: “Yo siempre tuve problemitas. No me gusta nada, soy muy autoexigente. Y en perspectiva estaba muy bien. Lo mismo me pasó cuando volvimos a ensayar en esta vuelta. A los diez minutos sonaba como si hubiésemos ensayado la semana anterior”.

Poco después, también en 2003, llegó la explosión. Los Mil Hijos se presentaron como teloneros de Goran Bregovic en Buenos Aires e inmediatamente fueron adoptados por el público que esa noche estuvo en el Luna Park.

“La gente estaba entrando, ponele que estaba tres cuartos la sala. Se iba llenando y fue como muy flashero, porque tuvimos una muy buena respuesta. Llevamos como 200 discos y los vendimos todos”, dice Federico, todavía asombrado. “Sí, porque lo que pasó fue que la producción de Bregovic se olvidó los discos”, explica Mariano. “Y tenían cincuenta vendedoras para vender los discos de Bregovic que se dedicaron sólo a vender nuestros discos (risas). Entonces vendimos como 300 discos en diez minutos, porque no había de Bregovic. Todo conspiró”, cuenta. “Y a partir de ese show yo creo que estuvimos un año y medio sin parar de tocar. Fue una explosión. Y también era como algo muy nuevo para la escena local”, sigue Fede.

Era algo que se percibía en el aire. Lo decían los medios. “El furor por los sonidos balcánicos a partir de la fiebre que despertaron las películas de Emir Kusturica y las continuas visitas de su ex colega musical Goran Bregovic generaron un extraño síntoma de apropiación en los músicos y el público local que se terminó traduciendo en una suerte de movimiento musical tan desordenado, caótico y vital como los ritmos de Europa del Este”, escribió Gabriel Plaza en La Nación, en noviembre de 2005. Agregaba que un ejemplo del fenómeno era “la creciente popularidad en el circuito independiente de bandas como Me Darás Mil Hijos”.

“Mucha gente todavía se acuerda de que nos vio en ese show. Y ahí al toque empiezan el Quilmes, el Personal. Nosotros tocamos en todos esos festivales”, dice Mariano. La popularidad inesperada del grupo los llevó a firmar con BMG, el sello con el que sacaron su segundo disco, Un camino, algún lugar, en 2004. “BMG estaba apostando con un subsello llamado Iguana Records. Nos producen un clip y todo. Lo que nos pasa ahí es que al final del primer año, Sony se come a BMG. Y cuando entra Sony, ahí sí pasamos de estar ocho en la lista a estar treinta y pico, a no existir. Todo ese subsello se fue a un cajón, básicamente. Cuando entra Sony, se lleva puesto todo. Cuestiones corporativas que nos superan. Buena onda, igual, pero ya no era la misma apuesta”, cuenta Mariano.

OTROS RUMBOS

Es probable que la cajoneada de Sony haya permitido que la banda se asentara todavía más en lo que hoy la sostiene, que es el vínculo entre sus integrantes. En la capacidad de compartir música en el aparente caos que surge de una relación de diez o más personas que llevan adelante un proyecto de esa magnitud.

En esa etapa aparecieron los dos últimos discos de estudio del grupo: Aire (2008) y Santo remedio (2013), que aportaron otros colores a la paleta de la banda, que se permitió ser más rockera y eléctrica por momentos.

“Creo que la única obsesión y lo único claro que teníamos siempre era no repetirnos. Pero casi a nivel TOC de que ningún tema se parezca a otro. Y donde se parecía, algo había que hacer”, dice Mariano para explicar las distintas variantes.

Algo de ese encuentro en lo distinto lo relata Christine, que nació en Estados Unidos y se radicó en nuestro país en 2002. Había llegado al país con sus convicciones musicales firmes. O eso creía. Tenía un rechazo absoluto al country y empezó a entenderlo a partir de la reinterpretación que le dieron los Mil Hijos. “Yo viví en Bakersfield, que es el pueblo de Buck Owens, de Merle Haggard –dice–. Mi compañera de atril era la campeona de violín de country music, de bluegrass. Era un demonio. Y yo estaba en otra onda, tenía total rechazo. Me encontré con esta banda y ahora escucho un montón de cosas de allá, pero porque esta banda me hizo como un huequito para que mis aguas vayan ahí”.

“Había mucha curiosidad y teníamos en común esa búsqueda de diversidad”, agrega Mariano. “Todos estábamos como escuchá esto, escuchá esto –sigue Christine–. Y encima teníamos veinte y treinta años y no había mucho laburo. Teníamos un montón de tiempo libre. Yo lo llamaba a Mariano y decía ‘che, voy a tu casa y escuchamos tus vinilos’. ‘Bueno, traé un vino’. Y terminábamos saliendo dos veces a comprar un par de vinos más y terminar a las cinco de la mañana con los labios todos negros, escuchando”.

Pero para 2015, ese vínculo no alcanzaba para sostener la dinámica del grupo. “Todos teníamos hijos, cuestiones, otros proyectos. Mover la banda siendo tantos era difícil. Y habíamos bajado a nivel creativo, de fechas, y de gente. La verdad que se hacía difícil”, dice Mariano.

“Es difícil también el proyecto autogestivo en tantos años de estar remándola. No es que es un año, un día o un mes. Es siempre. Y a veces hay que reconocer que todas las personas vamos cambiando. Hay momentos que se junta todo y hay momentos en que no coincidimos nunca en nada”, explica Federico.

Así, los Mil Hijos entraron en su primera pausa, que se mantuvo hasta 2018, cuando se reunieron para homenajear a Santiago Fernández, que había fallecido en 2017, a los 39 años. “Santiago era parte fundamental de la banda”, dice Mariano, que recuerda a su hermano menor como “un animal” con mucha personalidad a la hora de hacer música. “Nos retroalimentábamos en el hacer, en el armar las canciones. Era muy fino arreglando y buscando frases o leitmotivs, esas cosas, y a mí se me daba más la estructura y meter una melodía, una voz y una letra. En ese sentido nos complementábamos de memoria. Y hay mucho de esa dinámica de esos primeros temas del primer disco que están hechos así. Estábamos hasta las cinco de la mañana con un mismo tema armando las tres guitarras. Pero aparte, igual, era un chabón que le dabas la idea y venía al otro día con las tres guitarras. Era una bestia”, cuenta.

La segunda etapa de los Mil Hijos duró pocos meses, hasta 2019. El grupo se reencontró en 2023 y desde entonces se mantiene, ya a una velocidad acorde a su tamaño enorme. Se mueve lento pero seguro hacia un nuevo disco que todavía tiene una forma incierta. Hay apenas dos canciones publicadas. La primera fue “Esto o aquello”, con Manuel Moretti de invitado.

“La idea es llegar a un disco, pero estamos haciendo de a temas. Estos dos los grabamos el año pasado. Después va a salir otro, ‘Nada más’, en un mes, mes y medio”, anticipa Federico. Mariano reconoce que en este momento la banda tiene cierto apuro de concretar más canciones. “La idea es bueno, tratemos de llegar a ocho temas, de cerrar un disco, y seguir entendiendo cómo funciona la industria hoy, que es algo que estamos volviendo a entender”, dice.

El último single se publicó el 11 de abril, es una balada con cuerdas llamada “Procesión”. La letra sirve para entender el presente del grupo. En especial su estribillo, que dice: "No hay más que permanecer. Mis pasos recobran fuerza en este andar de procesión".

Me Darás Mil Hijos se presentará el sábado 26, desde las 21, en el Auditorio Belgrano (Virrey Loreto 2348).

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Fuente: https://www.pagina12.com.ar/819157-en-la-escalera-del-tiempo