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14/4/2025

Las dos caras de Mario Vargas Llosa

El diseñador de mundos, esteta del lenguaje, capaz de grandes obras, parece chocar con el sujeto político que viró de la izquierda cubana a la cerrada defensa del neoliberalismo más salvaje.

La última visita de Vargas Llosa a Buenos Aires fue en 2022, para la Feria del Libro
La última visita de Vargas Llosa a Buenos Aires fue en 2022, para la Feria del Libro


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Murió en Lima, a los 89 años 

Las dos caras de Mario Vargas Llosa

El diseñador de mundos, esteta del lenguaje, capaz de grandes obras, parece chocar con el sujeto político que viró de la izquierda cubana a la cerrada defensa del neoliberalismo más salvaje.

"Con profundo dolor, hacemos público que nuestro padre, Mario Vargas Llosa, ha fallecido hoy en Lima, rodeado de su familia y en paz. Su partida entristecerá a sus parientes, a sus amigos y a sus lectores alrededor del mundo, pero esperamos que encuentren consuelo, como nosotros, en el hecho de que gozó de una vida larga, múltiple y fructífera, y deja detrás suyo una obra que lo sobrevivirá. Procederemos en las próximas horas y días de acuerdo con sus instrucciones. No tendrá lugar ninguna ceremonia pública. Nuestra madre, nuestros hijos y nosotros mismos confiamos en tener el espacio y la privacidad para despedirlo en familia y en compañía de amigos cercanos. Sus restos, como era su voluntad, serán incinerados." 

El comunicado firmado por Álvaro, Gonzalo y Morgana Vargas Llosa se dio a conocer el domingo por la noche en la capital peruana, dando cuenta de la partida, a los 89 años, de quizá uno de los escritores más difíciles en la historia de las letras latinoamericanas: un autor de pluma brillante, y un hombre de ideología pendular que lo llevó del pensamiento de izquierda a fines de los 60 a defender el más rancio y salvaje neoliberalismo en décadas siguientes. El ganador del Premio Nobel de Literatura en 2010 y del Cervantes en 1994, responsable de maravillas como La ciudad y los perros (1963), Conversación en la Catedral (1969), la cáustica Pantaleón y las visitadoras (1973), La tía Julia y el escribidor (1977), La guerra del fin del mundo (1983) o La fiesta del chivo (2000), y a la vez de incendiarios discursos en foros culturales castigando a gobiernos progresistas al punto de expresar su preferencia por Jair Bolsonaro antes que Lula da Silva, o a Mauricio Macri por sobre Cristina Fernández de Kirchner. Un Nobel indiscutible con ideas discutibles que desataron un vendaval de críticas.

Vale el contraste: “La realidad americana ofrece al escritor un verdadero festín de razones para ser un insumiso y vivir descontento", señaló Vargas Llosa el 4 de agosto de 1967, cuando recibió el premio Rómulo Gallegos por su novela La casa verde y pronunció el discurso La literatura es fuego. "Sociedades donde la injusticia es ley, paraíso de ignorancia, de explotación, de desigualdades cegadoras de miseria, de condenación económica cultural y moral, nuestras tierras tumultuosas nos suministran materiales suntuosos, ejemplares, para mostrar en ficciones, de manera directa o indirecta, a través de hechos, sueños, testimonios, alegorías, pesadillas o visiones, que la realidad está mal hecha, que la vida debe cambiar. Pero dentro de diez, veinte o cincuenta años habrá llegado, a todos nuestros países como ahora a Cuba la hora de la justicia social y América Latina entera se habrá emancipado del imperio que la saquea, de las castas que la explotan, de las fuerzas que hoy la ofenden y reprimen”. 

Esos años pasaron, pero lo que cambió fue otra cosa. Esos tiempos de amistad con Gabriel García Márquez eran bien diferentes a mayo de 2022, cuando el escritor llegó a la Argentina para presentar en la Feria del Libro de Buenos Aires La mirada quieta (libro sobre el escritor español Benito Pérez Galdós). Dos días después de un asado con Macri y la diputada española del PP Cayetana Álvarez de Toledo en la quinta Los Abrojos, en el predio de la Rural el Nobel señaló que "tengo poca confianza en la izquierda latinoamericana. Es una izquierda fanática, dogmática, cerrada a nuevas ideas, con una visión distorsionada de la realidad”, para luego hundirse en el pesimismo: "Es muy difícil ser optimista frente a una América Latina que está paralizada por las nuevas dictaduras o a punto de hundirse nuevamente en un período de violencia, que es lo que puede ocurrir en Centroamérica, en Colombia o en Brasil. Es difícil ser optimista, lo cual no significa que no hay que luchar. América Latina está en su peor momento político”.

Ese año, el escritor veía con alarma el ascenso de la popularidad de Gustavo Petro en Colombia y Lula da Silva en Brasil. Y en sus comentarios políticos parecía carecer de esa brújula literaria que le permitía enhebrar textos vibrantes, historias atrapantes, un lenguaje exquisito. Como supo detallar Atilio Borón en este diario, la declarada simpatía y preferencia de Vargas Llosa por Javier Milei permitía una esperanza de que solo quedara en la categoría de candidato risible: "En el 2019 Vargas Llosa apoyó a Mauricio Macri y perdió la elección con Alberto Fernández. Ese mismo año se jugó con todo a favor de Carlos Mesa en contra de Evo Morales, y éste fue el ganador. En el 2021 apoyó escandalosamente a quien hasta hacía pocos meses denunciaba como jefa de una banda de ladrones, Keiko Fujimori, y fue derrotada por Pedro Castillo en Perú. También ese año ofreció su incondicional respaldo al pinochetista José Antonio Kast y en el balotaje chileno fue vapuleado por Gabriel Boric. En 2022 jugó todas sus fichas a favor del candidato uribista en Colombia y Gustavo Petro resultó ganador. Ese mismo año se dedicó a difamar a Lula, diciendo que era un 'ladrón' y que por eso había estado en la cárcel y que 'pese a sus payasadas prefería a Bolsonaro', y en Brasil ganó Lula. Antes, en 2018, había satanizado a Andrés Manuel López Obrador, que se alzó con una rutilante victoria en México, relegando al candidato del mismísimo PRI al tercer lugar."

Las alusiones al Vargas Llosa político son ineludibles, y no sería justo dejar de señalar que en 1976, como presidente de PEN Internacional, envió una carta pública al dictador Jorge Rafael Videla reclamando por la persecución y asesinato de intelectuales en la Argentina. El mismo escritor se encargó de hacer resonar sus opiniones tanto como sus obras. Por supuesto, la obra no puede ser desdeñada: nacido en Arequipa el 28 de marzo de 1936, Vargas Llosa supo ser una de las figuras influyentes del llamado “Boom Latinoamericano”. Como el mismo Gabo, su primer terreno fue el periodismo, con publicaciones en el diario El Comercio; las becas de estudio le permitieron hacer residencias en Madrid y París, donde le dio forma a La ciudad y los perros. La publicación de la novela y el Rómulo Gallegos le dieron el respaldo suficiente como para cubrir periodísticamente la crisis de los misiles en Cuba, donde se inició un romance con las ideas de izquierda que terminó cinco años más tarde, cuando el encarcelamiento del poeta cubano Herberto Padilla lo alejó para siempre de Fidel Castro y toda tendencia izquierdista. Lo mismo sucedería con García Márquez, un distanciamiento que incluiría un enfrentamiento a golpes en el Palacio de Bellas Artes de la ciudad de México en 1976.

Pero esos vaivenes no le impidieron continuar con una obra literaria llena de grandes momentos. Bajo la inspiración de Gustave Flaubert y sobre todo William Faulkner, Vargas Llosa fue enhebrando novelas en las que podía alternar un tono más "costumbrista" como en Pantaleón y las visitadoras y La tía Julia y el escribidor con obras de la complejidad de La guerra del fin del mundo, obra monumental que, a partir de la historia real de un alzamiento campesino en el nordeste de Brasil en 1897, pone en juego tensiones que volverían a vivirse cien años después: el fin de siglo como posible portal al fin de la Humanidad.

Pero Vargas Llosa supo transitar múltiples terrenos. El temprano Los jefes, publicado en 1959, integraba seis cuentos, algunos de ellos publicados en El Comercio; múltiples libros recopilan su trabajo periodístico (en alguno puede rastrearse su trabajo como periodista deportivo en el Mundial de España 1982), un par de volúmenes para público infantil y sus discursos y trabajos universitarios, incluyendo la tesis cum laude que escribió sobre la obra de García Márquez (publicada como Historia de un deicidio). Publicó también poesía y aportó textos a varias antologías. Y por supuesto, el recuento incluye su nada desdeñable obra como dramaturgo, con una decena de puestas que incluyen títulos célebres como La señorita de Tacna, exitosamente representada en Buenos Aires. 

De todo ello se desprende la "dificultad" del autor peruano: separar al escritor del personaje político, al diseñador de mundos y esteta del lenguaje del disparador de brulotes contra quienes desdeñaba como "populistas" en el sentido peyorativo del término. Cada quien deberá armar su propio Vargas Llosa. Pero la marca que deja en la cultura es indiscutible.

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Fuente: https://www.pagina12.com.ar/818026-las-dos-caras-de-mario-vargas-llosa